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Elecciones 2025

La campaña de los depredadores

Se impuso un proselitismo político enraizado en una violencia cargada de fake news y operaciones. El lodo está más espeso que nunca

 |  Germán de los Santos  |  Iceberg

En la campaña presidencial de 2024 que llevó a Claudia Sheinbaum a un triunfo en México. y a transformarse en la sucesora de Andrés López Obrador, surgió una fake news delirante que se empezó a expandir de manera salvaje por las redes. El mensaje falso decía que Sheinbaum, de origen judío –sus abuelos emigraron a México de Lituania a principios del siglo XX-, iba a cerrar la basílica de Guadalupe de la capital del país, que se iba a transformar en un museo. Sus detractores también bombardeaban las redes con otra mentira lisérgica: ella quería imponer la circuncisión obligatoria. Se detectaron, además, 246.000 ataques misóginos contra la candidata, que a pesar de todas las operaciones en su contra ganó por el 59 por ciento.

Desde la presidencia, Sheinbaum impuso, como contracara de todo el barullo que la precedió, un perfil cauto, medido, racional, pero firme. Hasta su tono de voz suave y convincente se inscribe como un intento de llevar un poco de calma a la rabia que irradian los discursos políticos. No le fue mal con ese semblante, que hoy parece una excepción en el medio del griterío político. Al cumplir un año de gestión, en marzo de 2025 su imagen positiva alcanzó el 80 por ciento. La forma no es todo, aunque en este momento gana influencia en sentido contrario, como es el caso del presidente estadounidense Donald Trump o el ejemplo más cercano de Javier Milei.

En la política, la verdad perdió interés desde hace tiempo, pero ahora existen otros atractivos que hacen más influyente a la mentira. Hay un sistema transversal que retroalimenta la mugre, que en un estado de campaña electoral permanente vuelve todo vidrioso. Las campañas se hacen dañinas, despojadas de propuestas, de ideas, y transitan cada vez más por los subterráneos de la política. El anonimato hace que todo se transforme en una batalla tribal en formato de reel o en un posteo en X.

Fuente: Planeta Libros

Giuliano da Empoli, un tipo nacido y criado en el sistema político de Italia, es quien mejor retrató esta época tapada de prejuicios ideológicos y desvencijada de ideas, en el que la mayoría vive peor, tanto en Argentina, como en Europa, aunque por distintas circunstancias. En Argentina por la crisis económica crónica y la desazón política. Y en los países europeos, sobre todo, por el miedo atroz a que Vladimir Putin les mande un enjambre de drones. En casi todos lados, aflora el miedo.

“Mientras la competición política se llevaba a cabo en el mundo real, en las plazas públicas, en los medios tradicionales, las costumbres y las reglas de cada país fijaban los límites. Pero cuando pasó a ser telemática, el debate público se convirtió en una batalla campal en la que todo está permitido y cuyas únicas reglas son las de las plataformas. Así, el destino de nuestras democracias se juega cada vez más en una especie de Somalía digital, un estado fallido a medida planetaria, dominado por los señores de la guerra digital y sus milicias”, advierte Da Empoli en su último libro La hora de los depredadores.

Hay una anécdota muy simple que usa este sociólogo italiano para trazar un perfil de los nuevos tiempos en la comunicación política tribal, a través de la empresa Cambridge Analytica, pionera en manipular los procesos electorales. Se reveló que esta firma británica, vinculada al estratega Steve Bannon y al multimillonario Robert Mercer, accedió de forma indebida a los datos de más de 87 millones de usuarios de Facebook, a través de una aplicación de test psicológico que recopilaba información no solo del usuario que lo completaba, sino también de sus contactos, sin consentimiento explícito. La empresa utilizó esos datos para crear perfiles psicológicos detallados y diseñar campañas de publicidad política altamente segmentadas para las presidenciales que ganó Trump en 2016 y el referéndum del Brexit en el Reino Unido. Da Empoli cuenta en su libro que en una reunión con empresarios de varios lugares del mundo, entre los que había algunos argentinos, el CEO de Cambridge Analytica, Alexander Nix, le preguntó al público cómo harían para vender Coca Cola en un cine. “Si ustedes contratan una agencia tradicional van a hacer lo mismo de siempre. Les van a decir que multipliquen los puntos de venta, pongan un cartel en la entrada, uno de una mujer en bikini, pasen publicidad antes de la película. Les van a decir un montón de cosas que no les van a hacer vender una lata más. Pero logran que funcione toda una economía de parásitos, de fotógrafos, redactores y realizadores de video que se compran camisas de moda y toman tragos en bares”, dijo Nix. El CEO de Cambridge Analytica recalcó una cosa: “A nosotros no nos interesa la Coca Cola”. “A nosotros nos importa que la gente tenga sed. Y para que eso suceda saben lo que hacemos? Subimos la temperatura de la sala de cine. Es simple”.

Esta empresa quedó deshilachada después del escándalo de las elecciones en Estados Unidos, pero creó una tendencia. Da Empoli señala que hoy todos buscan subir la temperatura. “Si la movilización de los prejuicios siempre ha sido el nervio del debate político, las redes sociales han permitido darle una dimensión industrial”.

Ese recorrido ocurrió en las últimas campañas electorales, pero se hizo más visible en la de diputados nacionales en Santa Fe. La mayoría de las maniobras en las redes, con fake news o con manipulación de la información, tuvieron como blanco a la candidata peronista Caren Tepp. El objetivo, en términos de Alexander Nix, fue subir la temperatura contra la concejala. El foco estuvo puesto en el pasado de la dirigente nacida en Santo Tomé, con el tambo La Resistencia, en Nuevo Alberdi. La estrategia fue ligar a Tepp con Juan Grabois, demonizado como un “usurpador”. En la campaña anterior Juan Monteverde explicó que están distanciados de Grabois, quien en su momento se mostró bastante irritado con los líderes de Ciudad Futura que no quisieron compartir un acto con el referente de UTEP. Grabois fue el que denunció a José Luis Espert por los aportes que recibió del narco Fred Machado.

Monteverde y Tepp dejaron hace tiempo de ser los militantes barriales y universitarios que vendían el dulce de leche “Violentamente dulce”. Ahora están aliados con peronistas que jamás degustaron sus productos “revolucionarios”, como Armando Traferri o Alejandra Rodenas. Para algunos militantes históricos era más complejo que tuvieran que explicar esas alianzas y no ese pasado rico en trabajo en el territorio, con una mirada ajustada al contexto político de ese momento, con Evo Morales y el chavismo como referencias de la izquierda popular.

Tepp logró que la justicia federal de Santa Fe ordenara la eliminación de la publicidad difamatoria en su contra. Fogoneado por Milei, se difundió cartelería de la candidata de Fuerza Patria que contenía mensajes apócrifos. La campaña libertaria deambuló por la agitación en las redes, pero cada vez con menor potencia. El candidato de LLA Agustín Pellegrini tiene un alto nivel de desconocimiento. La estrategia pasó por atacar al resto, sobre todo a Tepp para polarizar, con la idea de que con el sello libertario basta.

El afán por recuperar la mística libertaria que llevó a la presidencia a Javier Milei perdió la chispa en medio de una crisis económica cada vez más aguda y por los recurrentes casos de corrupción, que llegaron a un pico con el escándalo de Espert, que está sospechado de recibir fondos para su campaña de 2019 del narco Fred Machado. Eso dejó de ser un rumor, una versión, una “operación” de Grabois, luego de que el periodista Hugo Alconada Mon publicara en el diario La Nación las transferencias de Machado a Espert. Con información irrebatible se terminó lo que los libertarios apodaban “fake news” y se transformó en un problema de Estado que terminó, después de varias idas y vueltas, con la decisión de Espert de bajar su candidatura. Esa es una de las misiones no valoradas del periodismo profesional, aunque los dirigentes de Ciudad Futura traten, con sus generalidades, de poner a todos en la misma bolsa, y después pagan jugosas pautas publicitarias a medios afines para que los entrevisten con comodidad. Reportajes pautados hay en Rosario y en Buenos Aires.

El dirigente Gastón Alberdi, uno de los fundadores del libertarismo, fue quien salió a afirmar que Romina Diez, actual diputada de La Libertad Avanza, había estado en reuniones con Machado. No era una fake news, sino la declaración de un hombre que estuvo en la gestación del partido de Javier Milei. La difusión de esa historia logró hacer reaccionar a Romina Diez, que desde hace tiempo no habla con los medios locales. Decidió enviar una carta documento a este periodista para ponerse en el centro de la escena y hacer campaña en las redes sociales, con fotos que la mostraban en el Correo Argentino. En el mundo libertario, según creen, atacar a un periodista es un atributo que ya hizo parte de la batalla cultural el presidente.

El dilema para el oficialismo provincial, como ya le pasó en el pasado al Frente Progresista, fue resquebrajar la polarización, la nueva grieta entre libertarios y peronistas. La conformación de Provincias Unidas es todo un experimento que en esta elección marcará su viabilidad.